Antes de licenciarme y ganarme la vida recetando bienestar y recomendando paciencia, tuve la oportunidad de trabajar varios años sirviendo en bares de copas. Esta época me aportó muchísimas cosas, y me dejó grabado a fuego que la frontera entre resultar gracioso y ser un gilipollas, es extremadamente pequeña. Al igual que cualquier alcohol se vuelve del mismo sabor cuando lo combinas con red bull, todos los graciosillos se vuelven gilipollas cuando se mezclan con alcohol. Este aprendizaje me marcó, y ahora respeto tanto la figura del camarero, que hasta me cuesta pedir una cerveza cuando entiendo que el barman está en apuros. No sabría decir si me da más vergüenza pedir en un bar concurrido, o saludar por error a un coche que pita por la calle y me confundo pensando que es a mí. ¡Puñetera miopía! ¡La de situaciones ridículas que me habrá hecho pasar! Aún recuerdo con ansiedad las noches de botellona en el pueblo. Solíamos reunirnos en una plazoleta oscura, y mi mayor angustia era llegar el último y no ser capaz de identificar desde la distancia a mi grupo. Aunque realmente era cuestión de minutos y Doble-V alcanzar la desinhibición y canturrear la presentación de “Los Ángeles caídos” con mis amigos Chicho y Manolín, ese momento primero de serpentear en torno a diferentes pandillas percibiendo sombras borrosas y buscando el calor de una voz amiga, era un proceso traumático.
Aunque no veía tres en un burro, me pasé varios años haciendo trampa en los reconocimientos médicos del Colegio para evitar ser un “gafitas cuatro ojos”. En esa época, y por simple cuestión de supervivencia y adaptación al medio, también tuve una bicicleta de montaña que nadie vio porque siempre estaba estropeada, y una novia adolescente que nadie conoció porque siempre estaba en otro pueblo con su familia.
Es curiosa la Teoría de la Mente, esa maravillosa facultad que a partir de los tres años nos hace posible atribuir ideas, deseos y creencias a los otros convirtiéndonos en seres sociales, y que en su evolución puede llevarnos a actuar y sentir de forma poco razonable por cubrir las expectativas que pensamos que de nosotros mismos tienen los demás. Pero siendo seres sociales ¿Cómo es posible vivir y actuar ajenos a la opinión y el juicio de los otros? Directamente, no está en nuestra mano, pero si es responsabilidad de cada persona, la forma y la medida en que nos marca y condiciona la influencia de los demás.
Ten en cuenta que los motivos y experiencias que forjan y definen tu personalidad, son demasiado complejos y valiosos para que otras personas los alcancen tomando atajos; Aunque la Virgen se llamase María, y tú te llames María, es probable que tú no seas Virgen. Así que huye de los prejuicios y de los complejos, porque ni todos los andaluces somos graciosos, ni todos los orientales la tienen pequeña (RECUERDA: detrás de un prejuicio, casi siempre hay un complejo).
De todas formas, la filosofía del “todo me resbala” tiene sus peligros y debe ser llevada a la práctica desde el conocimiento, la empatía y la prudencia. Como apuntábamos, vivimos en sociedad, y, por lo tanto, debemos funcionar de acuerdo a unos valores básicos e inquebrantables que, en mi opinión, serían la base de unas correctas relaciones personales y del propio bienestar. Para ir al grano, voy a poner un par de ejemplos de lo que serían actitudes “todo me resbala” NO válidas:
- “Qué quieres que haga, Yo es que soy así”. !Y Chimpún! Jaque mate y fin de la conversación. A joderse, ya no caben más argumentos, nuestro amigo no está por la labor de entender nada. Evidentemente este “resbalismo” que parte del egoísmo, la poca disposición al entendimiento, y que pretende que siempre sean los demás quienes se adapten a nuestras ideas, NO es juego limpio.
- Quien pone en redes sociales una foto en ropa de baño con los deditos haciendo la señal de la victoria y con una cita de Walter Riso al pie, manifestando al mundo lo que se la resbala todo y lo bien que se está cuando se está bien, posiblemente ni esté tan bien ni se la resbale todo. ¡Ojo! que para nada censuro este tipo de comportamientos que pueden llegar incluso a resultarme estrategias eficaces como medios de catarsis, solo que, en mi opinión, no son un ejemplo de la idea del buen “todo me resbala” que pretendemos compartir. Un enigma del Siglo XXI, es averiguar cómo se las ingenian las personas que viven 365 días al año felices y en vacaciones, y además dejan evidencias en Facebook mientras el resto trabaja y soporta madrugones ¿verdaderos privilegiados?
Como decía, nadie vive totalmente ajeno al juicio de los demás, pero quien posee un amplio conocimiento y aceptación de sí mismo, no necesita constante aprobación del medio para sentirse realizado. Y no me refiero a un conocimiento y autoaceptación basados en lo espiritual, religioso, tántrico o trascendental, por deformación o defecto profesional, yo recurro mucho al principio de la parsimonia, y es que, si podemos encontrar explicaciones más sencillas, ¿para qué andar divagando en el limbo de lo abstracto? El verdadero y más puro conocimiento y aceptación de uno mismo, llega a través de la coherencia y el respeto a unos valores básicos de lealtad, tolerancia, educación, empatía, y por supuesto, altas dosis de comunicación y SENTIDO COMÚN. Quien vive y actúa en paz consigo mismo y de forma justa y razonada con los demás, gana una enorme capacidad para relativizar problemas y metabolizar ofensas sin ver amenazado su equilibrio y bienestar. Seguro que muchas de las cosas que a día de hoy te preocupan o afectan negativamente, podrían resbalarte sutilmente a poco que las interpretases racionalmente sabiendo en cada momento dónde poner el acento, por ejemplo:
- Es tu deber respetar a los demás, pero no vivir condicionada por lo que piensa u opina de ti la gente que no te conoce. Ponte una nariz de payaso y vete a una panadería a comprar dos baguetes y una bolsa de palmeritas, eso no te hará ser menos responsable o formal en tu trabajo, por mucho que el panadero que no te conoce de nada, piense que estás como una cabra.
- No respondas con ira a quien te lanza un ataque de forma totalmente irracional e injustificada. A buen seguro, la persona que hace eso no estará receptiva ante la negociación y no atenderá argumentos lógicos. No merece la pena implicarse en una guerra perdida con una persona que posiblemente tenga muchas batallas internas que resolver. La responsabilidad no es tuya, no entres al juego porque esto “te resbala“.
- No evalúes tus logros siguiendo el baremo de personas que no comprenden ni quieren comprender tus circunstancias. Posiblemente, a los ojos de nuestros mayores, con 30 años ya vamos tarde si no tenemos hipoteca, marido, mujer e hijos. No trates de convencer a tu abuelo de que los tiempos han cambiado ni te cases para que tu suegra cumpla su sueño de vestirse de madrina. Es tan sencillo como vivir por ti, siendo consecuente con lo que te hace sentir bien en el momento presente.
- No elegiste nacer en familia humilde, bajito, o con poco pecho. No te preguntaron si preferías tener un miembro grande o portar un normo pene, si querías ser rubio y tener los ojos azules, o te gustaba más tener la voz de pito y empezar a quedarte calvo a los 19. Pero, sin embargo, te has encargado de cultivar tu educación, tus valores y el respeto a los demás. Por eso, quien te juzgue solamente por atributos arbitrarios y superficiales, no te interesa, porque seguro que, tras sus juicios, se esconden sus propios miedos e inseguridades, “te resbala“.
- No es necesario demostrar a un celoso que eres fiel, ni pedir pruebas de fe a la amistad. Tampoco hace falta convencer a un imbécil de que lo es, lo único que importa es que tengas claro quién eres TÚ y quién quieres ser. Por esta razón, ya no veo dramático que algunos “graciosillos” se vuelvan hilarantes con el alcohol, de hecho, les estoy enormemente agradecido, porque de ellos he aprendido muchas cosas de las que NO se deben hacer.
Algunas de las claves para llegar al “resbalismo saludable“, pasan por la SEGURIDAD, la SINCERIDAD, y una vez más, la EMPATÍA. No busques tanto el refuerzo a través de la opinión de los demás, porque es más relevante el conocimiento que tienes de ti mismo y la estructura de principios y valores con la que debes vivir en coherencia y que forjan los cimientos de tu bienestar. Fomenta aquello que depende de ti y que te hace consciente de tus fortalezas y tus debilidades. Ganarás en seguridad, que, sin duda, es uno de los atributos de mayor profilaxis ante la crítica, los miedos, los celos, los complejos o la timidez. Combínalo con buenas actitudes de escucha, huye de los juicios precipitados, abre la mente y ponte en el lugar del otro antes de reaccionar. De esta forma, no necesitarás venderte ni convencer a nadie de tu valía, porque estarás tan segura de la misma, que la irradiarás a tu entorno sin pretenderlo, y eso, resulta atractivo y seduce.
Yo afortunadamente, puedo ir con el coche escuchando flamenco, carnavales o Radio Revoltosa todo Reggaetón con la ventanilla bajada, sin temor a las consecuencias de que alguien me atribuya ideales prejuiciosos sin conocerme. Tengo tan claro el valor, la inteligencia y la grandeza de la mujer, que no voy a cambiar de concepto solo porque Daddy Yankee diga “a ella le gusta la gasolina, dale más gasolina”, simplemente, por alguna extraña razón, de vez en cuando me envuelve el chimpumpúm de los sones latinos. Tampoco criticaré ni me sentiré superior o inferior a la persona que escucha electro soul o música Indie, sencillamente ¿con qué derecho o bajo qué fundamento podría hacerlo? Señoras y señores, ¡con lo fácil que puede ser todo!
Y así, vivo en paz con la vida, mucho más desde el día en que puse a cero el contador de “mentirijillas”. Gracias al formateo, ya no siento la necesidad de vender una imagen acomodada a lo que la gente espera de mí. Conozco mis puntos fuertes y de vez en cuando desafío mis límites. Aunque a veces me dé cierto reparo, soy de los que ante la duda, saluda primero, porque en estos casos, más vale que sobre a que falte. Procuro hacer la vida fácil y ser justo con los que me rodean, acepto y aprendo con la crítica constructiva y repelo con extrema facilidad todo aquello que no sume. Emocionalmente estable ante lo banal, aunque lejos de ser perfecto, aún me da coraje que pierda el Betis. A veces escucho electro latino, y aún a mis treinta y muchos años, no es imposible verme algún día de botellón, pero nunca me escucharán silbando a un camarero para decirle: “niño, ponte aquí una cervecita y dale una pataíta al olivo”. No soy la reencarnación de Buda, pero intento transmitir sosiego, y ante los ataques voraces e injustificados procedentes de gente acomplejada y prejuiciosa, respondo asertivamente: “Discúlpeme usted caballero, pero Mí no complendel chino“.
Jose Manuel Chirino
Diciembre 2017
4 comentarios en «Todo me resbala»
Chapó!!!! Cada vez más identificado con esto que escribes. Muy buen texto.
Muchas gracias por tu comentario Alex, me alegra que te haya gustado. Espero poder seguir aportando textos que te resulten interesantes.
Hola!!, me encanta tu forma de realizar el contenido, el mundo necesita mas gente como tu
Muchísimas gracias por tus palabras, me alegra que te haya parecido interesante!