“El humor es una de las armas con las que el alma lucha por la supervivencia”.
Viktor Frankl (El hombre en busca de sentido)
El ser humano es el único espécimen consciente de su vulnerabilidad y su finitud sideral. Básicamente por esto, desde muy jóvenes nos acongoja la idea de tener que morirnos en algún momento. No sitúo del todo el origen de esta noción en mi sistema de creencias, pero recuerdo que era un chiquillo cuando mi madre me decía enfadadísima, que algún día, iba a “matarla de una irritación”. Afortunadamente esto nunca pasó, y a día de hoy, aún tengo la suerte de disfrutarla, aunque eso sí, se invirtieron las tornas, y ahora es ella quien de vez en cuando me da las irritaciones a mí.
Cuando somos adultos nos hacemos un “Seguro de Vida”, que es parecido a lo que nuestros abuelos llamaban “Pagar los Muertos”. Por si no fuese suficientemente jodido asumir que tenemos que morirnos, pagamos un impuesto prematuramente para ello.
Sin saber por qué, nos hemos empeñado en tener repulsión y miedo fóbico al hecho de morirse, cuando realmente, la muerte es tan necesaria e importante para la vida, como lo es el Villano para el Superhéroe. La muerte, cuyo sustantivo es respetuoso con el lenguaje no sexista, determina a su llegada la paridad absoluta para hombres y mujeres. También la muerte, es el único suceso que hace ÚNICA e IRREPETIBLE la experiencia de vivir, del mismo modo que el Jóker hace único e irrepetible a Batman, y el Doctor Octopus hace más necesario y brillante al Hombre Araña. ¿Qué relevancia tendría Superman, si en lugar de luchar contra Lex Luthor y la criptonita, se dedicase a controlar que los ciudadanos paseantes llevasen correctamente la mascarilla? Pues eso, igual que no tiene sentido un superhéroe sin archienemigo, no tiene sentido una vida sin final donde SIEMPRE tuviésemos un mañana para emprender aquello que no hacemos hoy.
En una vida infinita, ¿Cuándo sería el momento perfecto para dejar de fumar?, ¿o para empezar a estudiar?, ¿y para cambiar la ropa de verano por la de invierno? Si nunca vamos a dejar este mundo ¿qué prisa tengo en declararme a la persona que me gusta?, ¿para qué voy a esforzarme en hacer un hueco y ver a la familia? Gracias a los lunes, y a los martes, adoramos a los viernes por la tarde, de la misma forma que sabernos transitorios, engrandece la experiencia de vivir.
Pero aun así ¿por qué no podemos evitar sentir pavor ante la muerte? Podríamos adentrarnos en analizar factores culturales, místicos o ancestrales que nos conducen a este suceso, pero mucha tela… Así que vamos a centrarnos en estrategias y reflexiones que puedan ayudarnos a conciliar y convivir con la muerte de una forma desenfadada y menos dramática, porque solo desde ese posicionamiento, seremos capaces de sacar todo el jugo al arte de VIVIR.
Si nos paramos a pensar, detrás de muchas de las cosas que nos dan miedo, se encuentra de fondo la idea del sufrimiento o peligro para nuestra supervivencia. Por ello, “perderle el miedo a la muerte” desde el SENTIDO COMÚN, puede ser un antídoto eficaz para mantener a raya muchos de nuestros temores. A menudo, cuando dejamos de pelearnos con las cosas, las experiencias de las cosas cambian.
Entre las muchas virtudes y defectos de los seres humanos, se encuentran dos cualidades asombrosas: El sentido del humor y la capacidad de adaptación. Me considero amante de la gente que hace un uso inteligente de la risa para relacionarse con la vida. No pienso que necesariamente sea más responsable quien es más serio, ni más respetuoso quien hace un luto lúgubre y largo. Como es lógico, no me gustaría morirme ahora mismo deprisa y corriendo, pero también es cierto que no me preocupa lo más mínimo que esa posibilidad pudiese sorprenderme en cualquier momento. Justo porque AMO la vida, no dedico segundos innecesarios a pensar y dramatizar sobre su final anticipado. Eso sí, cuando me corresponda, quiero que en mi ausencia, los colegas que aún me queden vivos, se sienten en torno a una mesa como en el último video clip de C. Tangana, y recuerden mientras beben aguardiente (a ser posible Ligado de Baltanás) lo que me gustaba hacer percusión con las manos sobre cualquier superficie cuando me tomaba dos cervezas.
¡Pero OJO! ¡No malinterpretemos! Que no es lo mismo vivir sin preocupación ante la muerte, que vivir de forma negligente la vida y asumir riesgos innecesarios. Como elemento y estadio final que hace ÚNICA e IRREPETIBLE nuestra experiencia, la Muerte merece todos mis respetos, pero no será fuente de temores anticipatorios ni de preocupaciones irracionales que entorpezcan mi paso por aquí. Sin darme cuenta, perdí la niñez, en un suspiro la adolescencia, y no me obsesiona aferrarme a la juventud, que a nivel administrativo, ya también se me escapó. El orden natural y sereno de las cosas, te lleva en volandas a disfrutar y discurrir fluidamente por cada periodo, minimizando duelos por las etapas pasadas y demostrando que nuestra mente, está maravillosamente preconcebida para seguir adelante y aclimatarse a las circunstancias, ¡No te empeñes en sabotearla desde dentro anticipando el drama!
Parece inevitable plantearse cuestiones metafísicas relacionadas con lo que será de nosotros cuando nuestro motor biológico se apague. Rafael Santandreu, psicólogo influyente actual de nuestro país, viene a contar en uno de sus libros (o al menos así lo entendí) que tiene apalabrada con la Facultad de Medicina la cesión de su cuerpo tras su fallecimiento para que los estudiantes investiguen y aprendan con él. Incluso, les manda un saludo prospectivo, que aplicará con carácter póstumo retroactivo, a los alumnos que, en su momento, tengan la posibilidad de hacer prácticas con sus restos mortales. Sinceramente, yo nunca me he planteado qué será de mí cuerpo y de mi SER cuando ya no sea ni esté. Dudo que a título póstumo acumule lectores en el After de Jotaeme, pero tengo claro que insensible a mi muerte, la vida seguirá su curso arrollador, y que si nadie elimina mi cuenta de Facebook, se amontonarán las solicitudes spam de chats porno esperando consentimiento.
Algún día, y gracias a la vida, la muerte nos llegará. También, gracias a la muerte, la vida seguirá siendo siempre nuestra experiencia más apasionante, y paradójicamente, en el sentido más amplio del concepto, después de la muerte, la vida también seguirá, por la misma lógica que ya existía antes de tu nacimiento sin que te hayas planteado qué era de ti cuando aún no estabas aquí.
Tómate la vida en “serio”, no pienses tanto y ríete un poco más, que la muerte está asegurada y tu vida es un préstamo. Desafía tus miedos, porque detrás de cada uno de ellos, se encuentran experiencias apasionantes que mereces disfrutar. ¡Deja ya de pelearte con la muerte! libérate de esa lucha sin sentido y vive tu vida como el que se presenta a un examen para subir nota. Cada una de nosotras, somos pequeñas muestras irrepetibles de seres humanos que representamos minúsculas y finitas fracciones de tiempo y espacio en el universo. Haz de tu pequeña muestra algo grande, y aunque sepas que irremediablemente será la muerte quien ría la última, pégate el gustazo de ser tú quien se DESCOJONA primero.
Yo seguiré viviendo de forma apasionada, no sé hacerlo de otra forma, y espero que mi madre pueda seguir dándome irritaciones muchísimos años más, porque eso significará que los dos nos mantenemos vitales y rebeldes. El día que me falte, no sé cuánto tiempo ni cuántas veces necesitaré llorarla para encajar su ausencia, pero tengo clarísimo, que cada año por Feria de mayo, me tomaré en su memoria una copa de manzanilla con mis hermanos, a su salud, y a la de mi abuelo Pepe.
Jose Manuel Chirino
9 comentarios en «La muerte a pellizcos»
¡Muy buen relato! Y comulgamos en las ideas. Gracias por tu voto, gracias a él te conocí. Saludos!
Genial artículo. Me ha hecho reflexionar, algo difícil en esta vida donde el ritmo es vertiginoso…pensar en la muerte de forma positiva es una herramienta fundamental para sacarle mayor jugo a la vida y ser capaces de relativizar todos nuestros males. Saludos JM
Muchísimas gracias por tus palabras Antonio, me alegra que te haya resultado interesante! La vida es una maravilla, así que propongámonos bajar el ritmo, sostener la calma y levantar la copa. Un abrazo
Magnífico, y muy acertado, en mi opinión.
Lo malo de la
Muerte es que se acaba la vida.
Magnífico, y muy acertado en mi opinión.
Lo malo de la muerte es que se acaba la vida.
Pero lo bueno, es que cuando eso pase, no supondrá un problema del que preocuparse, asi que: A VIVIRRRR!!
Gracias por tu comentario Aurora!
Me encantan tus entradas. Enhorabuena por que no solo te hacen pensar sino que además lo hacen a través del humor. Hoy la leo tomando algo fresquito después de un buen lunes y me reafirma lo importante de disfrutar. Gracias
Te encuentro y te leo a estas altas horas de la noche. Si algo hemos hecho juntos es reír y como tú,gran aficionada a la pasión sin medida y hasta desmedida, me apunto a vivirla. Gracias por ésta reflexión trasnochadora!
Hola!!, me encanta tu forma de realizar el contenido, el mundo necesita mas gente como tu