Un, dos, tres… Me enamoré

Emoofilia: tendencia a enamorarse demasiado fácil y rápido”

Cuando le ves aparecer desprendiendo olor a Yodeyma, sientes el primero de los calambrazos. No quieres dejarte llevar prematuramente por la emoción, pero debe ser cosa de los astros, que el azar te haya traído a una persona que usa la misma gama de fragancias que tú. Sin vacilar pide una cerveza, ¡con lo que a ti te gusta la gente que bebe cerveza! Teniendo en cuenta las altas probabilidades que existían de que pidiese un bloody mary, consideras ésta como una nueva señal del destino. Extiende el brazo para coger el vaso, y un ligero movimiento de la blusa, deja entrever un sutil tatuaje sobre la cara interna de su muñeca. ¡Diossss! ¡Le gustan los tatuajes pequeñitos y discretos igual que a ti y al 90% de la población!, y que no sea un ancla, un ave, un corazón, o un símbolo de infinito, porque la cosa podría ponerse muy seria para Cupido.

Llevas varias lunas menguantes esperando, porque el sabio que siempre predice el futuro de tus vecinas, te ha dicho que es mejor la luna llena para que un Géminis se una espiritualmente con un Sagitario. Crees en la teoría del hilo rojo, y flipas porque al igual que tú, la persona con la que estás cenando, también quiere recorrer el litoral gaditano en autocaravana. Le gusta el sushi y hace Crossfit, como tú, le decepcionó el final de Juego de Tronos, como a ti, y aún no termina de encajar la pérdida de Juan Carlos Aragón, como tú, como yo, y como media humanidad.

Como nunca te han hablado del Efecto Forer, poco a poco te vas enredando en una romántica y precipitada falacia personal de validación, e interpretas como un milagro del magnetismo, que a tu cita y a ti os guste llamar al Telepizza los domingos por la noche. Tampoco has oído hablar del Efecto Halo, pero como si fuese un acto reflejo, no puedes evitar atribuirle sin apenas conocerle, características afines con tus necesidades. Sabes, porque lo has leído, que es posible enamorarse en 8’2 segundos, y mientras compartes una tapa de ensaladilla, ya sueñas con unirte a esa persona que acaba de aparecer en tu camino. La sientes tan cercana, detallista, sensible, atractiva, familiar, comprometida, fiel y trabajadora, que la quieres y la necesitas en tu vida.

Nadie es responsable de tus expectativas, pero si esa noche no surge el amor sincero bajo el embrujo de tu romántica miscelánea, siempre podrás culpar a la otra persona, que acude a la cita con la única pretensión de compartir una cerveza y echar un polvo.

Jose Manuel Chirino

Me Gusta (16 votos, promedio: 1,00 de 1)
Cargando...
Compartir

11 comentarios en «Un, dos, tres… Me enamoré»

    1. Que alegría dan estos comentarios! Muchísimas gracias Vanesa, siéntete bienvenida. Espero poder seguir aportándote lecturas que te resulten interesantes para que te quedes mucho tiempo por aquí. Un saludo

  1. Es buenísimo! Si lo llego a saber antes lo mismo me ahorras una boda y dos niños y seguiría de copas con mis amigos, jeje. Es broma me ha gustado mucho.

    1. Pues ambas opciones de vida me parecen correctísimas! jajaja. Muchísimas gracias por tus palabras, espero seguir leyéndote por aquí. Un abrazo, JM

  2. Hay cosas que parecen evidentes, pero escritas de esta encantadora forma hasta te ries de tus cagadas amorosas. jajajjaaj. Un saludo, te seguire leyendo

    1. Muchísimas Gracias por tu comentario. Es muy gratificante saber que seguirás visitando este humilde espacio

  3. Es verdad, creemos que encontramos el amor de tú vida en cada esquina (no pensar mal), y nos equivocamos, quizás el amor de tú vida no existe, o eres tú mismo.
    Buen artículo, gracias

  4. Jajaja leído desde la madurez adquirida…me hace sentir un poco patética. Gracias, ha sido además, divertida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *