Anuptafobia, yo no me quedo solter@

Yo, vi como mi abuela me afeitaba mi primer bigote antes de haber besado a ninguna chica. Siendo un enano gordito, fantaseaba en las largas siestas del verano, con hacerme mayor y tener a una mujer guapa esperándome a la vuelta del servicio militar obligatorio. Yo, que supe lo que era el amor siendo ya un hombre a escondidas de mi madre, y que me hice más hombre conociendo el desamor, tengo que reconocer, que a veces, tuve miedo.

A mí, que nunca decidí enamorarme, pero que he sabido lo que es amar en varias ocasiones, también me enseñó la vida a ser soltero. Ahora, firme y asentado en la plenitud de la tercera década, puedo contar con detalle, que tuve la suerte de pasear por Osuna entrelazando la mano con una nórdica de revista, de la misma forma que recuerdo orgulloso, las noches de canitas al aire junto a mujeres simpáticas, en la parte de atrás de un coche aparcado en ninguna parte.

Yo, que siendo adolescente nunca escribí ni recibí misivas por San Valentín, y que a mis treinta y tantos tuve que desempolvar el «¿estudias o trabajas?» para sobrevivir, supe lo que es llegar a la pantalla final jugando al «Lovoo». Yo, que aprendo, me adapto y me reinvento con todo aquello que me toca vivir, reconozco que alguna vez, también he tenido miedo.

ANUPTAFOBIA: miedo irracional a quedarse solter@, estando incluso dispuesto a soportar una relación tóxica antes que a estar sin pareja o a perder la que se tiene.

En una sociedad en la que nos regimos por principios de paridad y autonomía ¿por qué nos asusta tanto la posibilidad de alcanzar la plenitud vital sin una pareja?

REFLEXIONEMOS:

Estando sin pareja, qué preferirías: (voy a escribir utilizando el femenino y el masculino indistintamente, así, porque si)

  1. Que estando de noche recostada en el sofá, se cuele por una ventana entreabierta el amor de tu vida.
  2. Un puñado de amigas solteras con las mismas posibilidades, necesidades y aficiones que tú.

Efectivamente, un alto porcentaje seguro que elegiría un puñado de amigos solteros de la misma quinta. Estos grupitos molan, además, cuando los forman gente de pueblo de 30 tacos en adelante, les suelen llamar los «Mocitos solteros«. Estos colectivos abiertos, son fieles equipos de terapia siempre dispuestos para reconstruir almas heridas de otros amigos caídos en el combate del amor.

Pero no nos engañemos, tampoco es fácil ser un «Mocito feliz«, ni tener una tropa de solteros perennes al pie del cañón. Por mucho que alguna vez duela, el amor es como el picante, que te jode, pero bebes agua y lo vuelves a probar, y por eso constantemente y por ley de vida, los alegres «mocitos» también se convierten en infieles solteros que vuelven a enamorarse y abandonan el nido y el grupo de terapia. Tanto es así, que a veces puedes sentirte tan solo, que ni el radar del «Tinder» detecta posibles parejas a 160 kilómetros a la redonda.

Pero sin duda, si algo valioso tiene la soltería a la «puretez», es que, si te lo propones, te enseña a ser tremendamente autosuficiente. Yo comparo la soltería a los treinta y pico, con la experiencia de irse con una Beca Erasmus al extranjero. Al principio intimida, da vértigo y descoloca, pero al poco tiempo te abre la mente, te hace más flexible, te muestra un sinfín de posibilidades, y si te lo curras, te da la oportunidad de conocer distintas lenguas.

Sin embargo, si eres de las personas que esperan a que las cosas ocurran mientras te lamentas de tu suerte en el sofá, ten CUIDADO, porque dicen que el amor no se busca, pero tampoco entra levitando por tu ventana entreabierta en una tarde fresca de azahar y primavera. De hecho, quizás deberías ponerte las pilas antes de que el corazón te pille frío de tanto esperar un príncipe tumbada al relente. Si esto te ocurre, puede llegar el momento en que solo te apetezca entreabrir la ventana para recoger el pedido del Telepizza.

Entonces, el Amor ¿se espera? ¿se busca? ¿se encuentra? ¿llega?… Personalmente, no creo que Carlos Sobera o Juan y Medio tengan la solución mágica y definitiva, pero según mi punto de vista, una de las claves está en la SERENDIPIA.

Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está centrado en otra cosa distinta. Y sin duda, el amor más saludable, no es necesariamente el que se busca o se espera con anhelo, sino el que tiene de base el equilibrio, la serenidad, el afecto hacia uno mismo, y el respeto hacia los demás.

El amor, no se basa en la complementariedad,  ni en las expectativas, ni parte de la necesidad, ni de la soledad, ni de la presión social, ni de la cultura, ni de la idea actual de familia que proporciona un apoyo para cuando seamos viejitos… A mi entender, nos estamos equivocando cuando asociamos el amor a estos conceptos, porque el amor, no es verdadero cuando se relaciona tan solo con fines instrumentales.

En mi opinión, alguien que haya conocido el amor y el desamor, y aún así, haya sido capaz de permanecer voluntariamente soltero un largo periodo de tiempo, soportando la presión, viendo como sus amistades se enamoraban, se multiplicaban y desaparecían, sufriendo domingos de resaca sin nadie para compartir una sesión de cine y palomitas, o pasando las noches sin recibir un Whatsapp de corazoncitos, está preparado para vivir un amor libre, sano y verdadero. Porque después de llorar, patalear, maldecir, asumir, integrar, reconstruir y entender racionalmente la soltería como una posible opción de futuro, es curiosamente cuando estamos preparados para disfrutar de una relación satisfactoria donde el AMOR con mayúsculas, sea una FINALIDAD en sí misma.

Paradójicamente, quien no busque el amor en términos de compañía, cuidados, status, economía, vacío, seguridad, o realización personal, será quien tenga más papeletas de poder disfrutar alguna vez los auténticos placeres de la emoción más apasionante.

Y por más que suene utópico, quien haya vivido un «amor puro», ya nunca se conformará con menos. Del mismo modo que quien siembra y recoge amores tóxicos por sus miedos e inseguridades, difícilmente disfrutará alguna vez de «amor del bueno».

Mi recomendación, es construir pacientemente de adentro hacia afuera, centrando el trabajo y el esfuerzo en tu propio bienestar y conocimiento personal, antes que buscar a un compañero sentimental para remendar tus desperfectos o paliar tus miedos. Un amor por conveniencia puede ser como el Paracetamol, que igual y te alivia los síntomas temporalmente, pero el origen del problema quizás necesite antibióticos, y esos no vienen en forma de príncipe azul ni los reparten alegremente en cualquier farmacia.

!Párate un segundo¡ Imagínate a un socorrista al que le apasiona trabajar salvando vidas en el mar, pero que apenas sabe nadar, y que además tiene miedo al agua porque desconoce lo que hay detrás de cada ola ¿que le dirías? Sin duda, estaría sentenciado al fracaso si antes de ejercer su pasión, no trabajase sus miedos y potenciase sus habilidades para aumentar las posibilidades de éxito.

Pues igual que al socorrista inexperto, podría pasarnos a nosotros si nos empeñamos en buscar el amor movidos por nuestros vacíos, temores, o necesidades de realización, que acabaríamos a la deriva entre las olas, y arrastraríamos al bañista.

Entonces, ¿debe el socorrista abandonar su vocación? Rotundamente NO. Al igual que nosotros, debe luchar por conseguir aquello que quiere, pero para poder hacerlo, tiene que  empoderarse con herramientas y recursos que le capaciten para el éxito.

En nuestro caso, tenemos que ser capaces de reestructurar y racionalizar los miedos. Toca descubrir que es sano y lógico temer a la soledad futura, pero debes saber que el miedo es una respuesta adaptativa y como tal, no permitirás que actúe paralizándote en el presente (esperar tumbado a una princesa levitando por la ventana o lamentarte de tu mala suerte). Es hora de reinventar tu relación con los demás, de revisar tus metas, de retar a tu zona de confort, de cuidarte, analizar realidades, asumir aquello que es inmutable, aceptar el punto del que partimos, e identificar motivos saludables.

Por resumir, la sensación general que debería primar es como la que se experimenta cuando se va a un examen sin presión por el resultado. Si somos capaces de desmontar el dramatismo de la soltería como opción de futuro, es muchísimo más probable que disfrutemos y nos abramos a la experiencia vital presente.

  •  Un día nos vamos a morir Snoopy” “Cierto Charly, pero los otros días no”

Pues eso… Fomenta aquí y ahora aquello que depende solo de ti y que te hace sentir plena y libre, porque el amor, como sentimiento en gran parte irracional e involuntario, no llegará a nuestras vidas por más que lo busquemos en la discoteca o mi madre lo pida por mí poniendo velitas a los santos. Si necesitas ampliar tu círculo de relaciones, abre la mente a experiencias, hobbies y nuevas motivaciones. Apúntate a bachata, haz deporte, senderismo, chatea, ve a una cata de vino, forma una chirigota, pon la música a tope en el coche y canta como si no hubiese un mañana, cómprate un champú del caro, saluda a un desconocido, abraza a tu hermano sin que se lo espere, dile a tu amigo que lo quieres, yo que sé… millones de cosas, pero asegúrate de ser capaz de disfrutar aquí y ahora sin la necesidad de que todo tenga que ser tan trascendente. Y ya de camino, si tienes una cita, procura acudir sin el «test de aptitudes bajo el brazo«, pues nadie ha nacido con la obligación de cumplir tus expectativas. ¡DISFRUTA! ¡DISFRUTA! ¡DISFRUTA! Escucha, respeta y conoce a la gente, que ningún pretendiente tiene que sufrir por tus frustraciones. A partir de ahí, el karma, la química, la serendipia, o hasta la mismísima divinidad, irán disponiendo y organizando.

Cambia los mensajes de lamento y el catastrofismo, por el análisis y la autocrítica. Un servidor, nunca fue tan reflexivo, como al tocar fondo en desamores. Y puedo decir, que inmerso en ese «funambulismo emocional», redescubrí sentimientos, me reencontré con personas y comulgué con valores, que difícilmente hubiese podido alcanzar por otros caminos. Comprendí, que no es igual convivir que coexistir, que el amor no duele, que no venimos a este mundo con las flechas de Cupido en unidades limitadas, aunque cada vez cueste más que sean certeras. Aprendí que amar no es idealizar, ni es necesidad, ni condición, ni obligación, que al igual que en el metro, hay que dejar salir antes de entrar para acomodar a los pasajeros en tu vagón. Aprendí a perdonar, a querer, a llorar, a desterrar de mi vocabulario la palabra rencor, a relativizar siendo flexible, y a no convertir en cataclismos emocionales los momentos de bajón. Reinventé la relación con mi familia, exploré caminos y toqué puertas, y he encontrado tantas cosas que estaban ahí, y he descubierto a tanta gente interesante que andaba por ahí… Ahora, sé que no es eficaz la rabia para huir de la tristeza, y creo que nadie es culpable por romper mi corazón mientras busca la plenitud del suyo en el juego del amor. Confío en la gente, acepto mis defectos, asumo mis limitaciones y adoro mis virtudes. Reviso mis logros, mis expectativas, mis sueños y mis deseos de niño, y disfruto una vida plena dando valor a lo importante. En mi caso, ya no me preocupa que el amor pueda atraparme de nuevo mañana, o que pase de largo sin parar en mi estación. Al final, este enano gordito se hizo un hombre sin necesidad de hacer la mili, y aprendió a ser feliz sin una mujer guapa con quien compartir la cena después de cada jornada. Pero sin embargo, ojalá tuviese de nuevo a mi abuela para escucharla decir: «anda nene aféitate, que tú estás más guapo sin barba«.

Jose Manuel Chirino

Febrero de 2017

Me Gusta (10 votos, promedio: 1,00 de 1)
Cargando...
Compartir

3 comentarios en «Anuptafobia, yo no me quedo solter@»

  1. Me ha encantado «construir pacientemente de dentro hacia afuera». Cuánto habría que aplicar..!
    Muy bueno

  2. Alucino leyendo tantas verdades juntas. Qué bien escribes compañero y cuánta razón en lo que dices. Me encanta esta ventana al mundo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *