
Seguro que alguna vez has sufrido por algo. Seguro, que en tu curriculum, cuentas con alguna ruptura, pérdida de empleo, fallecimiento de ser querido, fracaso, suspenso, enfermedad grave… Puede que incluso ahora mismo, mientras lees estas líneas, no estés pasando por tu mejor momento. Seguro que sabes de lo que hablo, si hablo de la angustia que se te agarra y te oprime el pecho como si quisiese arrancártelo. Es posible, que alguna vez hayas sentido tanto dolor emocional, que creías que tu alma se desangraba. Puede, que una traicionera sensación de agotamiento y desesperanza, te haya hecho pensar en algún momento que la vida se te iba de las manos. Sin embargo, aquí estás, leyendo estas líneas.
De las películas del oeste, aprendí que los pistoleros hacían una muesca en la culata de su revólver cada vez que superaban un duelo o terminaban con algún enemigo. Afortunadamente, nuestra vida no discurre superando situaciones a vida o muerte de forma constante, pero las cicatrices de las heridas que no acabaron con nosotros, endurecen nuestra piel, y son las muescas que nos sirven para recordar, que somos más fuertes de lo que a veces pensamos.
Una de las razones por las que en ocasiones sufrimos de más, es por nuestra capacidad de abstracción. Esta facultad, tan importante para la formación del conocimiento humano, nos permite, entre otras muchísimas cosas, proyectarnos en el tiempo y pensar en sucesos sin necesidad de que estén ocurriendo. Todos caemos con frecuencia en estas anticipaciones que, cuando se dan en términos negativos, son aliadas perfectas de la ansiedad y el malestar.
Por ejemplo, te acaba de dejar tu novio, y automáticamente te asaltan pensamientos del tipo: “nunca encontraré a nadie como él”, “ya no volveré a disfrutar de las vacaciones”, “cuando llegue una fecha señalada, su recuerdo va a ser insoportable”, “me quedaré siempre sola”, “cuánto tiempo tardaré en superar esto” … Y ahí nos quedamos, atrapados en nuestros pensamientos catastrofistas como el hámster que sube a la rueda sabiendo que por mucho que corra nunca saldrá de la jaula. En ese momento, todo te desborda y te parece imposible superar la situación, y si yo te digo que ese sufrimiento que sientes ahora, será mañana la cicatriz que te endurezca y te recuerde lo fuerte y lo valiente que fuiste, tendrás ganas de mandarme a la mierda. Sin embargo, y guárdate este consejo, a quien debes mandar a la mierda, es a quien te diga que “el tiempo todo lo cura”. El tiempo pasa, pero debes curarte tú, y para ello, no es buena estrategia esperar simplemente que avancen los días. De hecho, obsesionarte con la idea de que transcurra deprisa, no hará más que generarte la sensación de que progresa muy lento. El paso del tiempo siempre es relativo, 1 minuto pasa rápido, pero si lo pasas aguantando la respiración bajo el agua, puede parecerte una eternidad.
Casi cualquier situación adversa que tengamos que afrontar, tiene una parte importante que NO depende de nosotros, y el paso del tiempo, es una de ellas. Por eso, es muy importante que centres tu esfuerzo en fomentar y potenciar aquello sobre lo que SI puedes actuar, con el único objetivo de sentirte bien, al menos, un ratito cada día. No te obsesiones con llegar a un estado en el que puedas considerar tu problema totalmente solucionado, porque no es necesario verse completamente libre de dificultades para estar bien. Presta atención y valora las emociones o sensaciones positivas que experimentas cada día. Planifica, madruga, entrena, lee, abre la mente, márcate objetivos y búscate la forma de generar endorfinas. A DIARIO, sin otro fin ni otra proyección que sentirte bien esa jornada. Y si algún día no lo consigues, no desesperes, al siguiente volverás a tener una nueva oportunidad. Cuando menos te lo esperes, los momentos buenos superarán a los tristes, y lo que inicialmente te atenazaba y amedrentaba, te habrá servido para reforzar de nuevo tu capacidad de superación. Aunque te parezca mentira, tu cerebro se habitúa y se desensibiliza al sufrimiento.
Alguna vez te habrán dicho que si una herida pica, es porque está sanando. Pues lo mismo sucede con las heridas emocionales, que, aunque piquen y duelan, sin que lo sepas, están al mismo tiempo forjando y empoderando tu personalidad. Solo hay que saber enfocarse de la forma correcta para salir reforzado con la experiencia.
Son muchas las situaciones que pueden trastocarnos con un revés inesperado, pero a menudo, son más peligrosos nuestros pensamientos catastrofistas y anticipatorios que las acompañan. Aunque pueda sonar aséptico y frio, mientras estemos aquí, la vida continúa por duro y difícil que sea lo que nos toca digerir, y al final, estamos predefinidos para adaptarnos y salir adelante. No conviertas tu suerte en una ruleta rusa, y aunque a veces la vida te resulte amenazante como un revólver, recuerda que en el tambor, sólo lleva balas de fogueo.
6 comentarios en «Otra muesca en el revólver»
Inmejorable
Genial reflexión para empezar el año. Dices verdades como puños.
Muchísimas Gracias por tu comentario Pili, me alegra que te haya resultado interesante. Te mando un abrazo enorme!
¡¡Me encanta!! Tanto escucharte como leerte es todo un privilegio. Profesional
¡Un millón de gracias!Privilegiado me siento yo cuando recibo este tipo de feedbacks. Un abrazo
Graciassss!!! Hasta hoy no he podido leerte y no te haces una idea de la necesidad que tenía de refrescar todo lo que aprendí contigo.
Eres un poco mago!…sabes como decir las cosas y cuando decirlas. Como si estuvieras en mi cabeza…jajaja
Un saludo